Figurais era el nombre del perro del barrio, pero en sentido figurado, por eso le pusieron Figurais.
Resulta que el otro día iba para mi casa viajando en el colectivo, parado, en el pasillo, al lado de una señora que tenía un olor a almizcle que no te puedo explicar. Bah, explicarlo sí puedo porque en realidad lo del olor a almizcle lo digo en sentido figurado; lo que despedía la señora era el típico olor de la colonia cuando se pone añeja por el poco uso que se le da. Mi tío tenía ese olor, me acuerdo, y a mí me encantaba sentirle ese olor. Lo loco es que ni siquiera sé lo que quiere decir almizcle, pero me suena a una mezcla. En el caso de mi tío sería una mezcla de jaboncito Heno de Pravia con transpiración de etanol puro. Pero bueno, lo de etanol puro es figurado porque en realidad lo que tomaba era vino tinto, uno barato del que no recuerdo la marca pero tenía impreso los cuernos de un toro negro sobre el fondo blanco de una cajita de cartón.
Así que bueno, iba yo mirando por la ventanilla y veo que mi colectivo sobrepasa una motito que iba a los pedos con el caño de escape libre y haciendo uno de los ruidos mas molestos que existen en la vida. O sea, lo de "a los pedos" va en sentido figurado, porque en realidad no creo que fuera a más de sesenta o setenta km por hora, pero de verdad era tal el quilombo que hacía que daba la impresión de ir volando como el avión de Tom Cruise en la película de los aviadores que ahora no me sale el nombre.
Te sigo diciendo.
Cuando el bondi pasa por al lado de la motito a chorro veo que el conductor es el salame de Graniso.
Parece un apellido, Graniso, pero en realidad es en sentido figurado porque su nombre es Carlos Pellegrini, como un prócer creo, pero a éste le dicen Graniso porque le cae mal a todo el mundo. Una vez, cuando éramos chicos, subimos juntos a una torre de luz muy alta, de esas que sostienen los transformadores eléctricos. Me acuerdo que yo subí primero y él venía atrás, y para acceder a la escalera que te lleva a la punta de la torre había que poner otra escalera manualmente. Y adiviná qué, esperó a que yo subiera, me sacó la escalera secundaria y me dejó arriba de todo, a unos 40 metros de altura hasta las once y media de la noche. Los bomberos vinieron a bajarme. No me encontraban por ninguna parte; mis viejos desesperados, la policía, los vecinos, mis primos, todos buscándome por todos lados y yo atrapado en esa torre por culpa Granizo el revoltoso, el pibe malcreado del barrio.
Vive a tres cuadras de casa, es chorro y pendenciero. Cada dos o tres semanas tiene que ir su vieja a sacarlo de la comisaría porque seguro alguna se mandó. Nadie lo quiere, pobre.
La cuestión es que al verlo pasar, desde la ventanilla del bondi, el pibe levanta la vista y me ve, me reconoce, y para hacerse el amistoso levanta una mano y me saluda, pero con tanta mala suerte que no vió a Figurais que justo estaba cruzando la calle y zás! a la mierda Figurais.
Bah, a la mierda no, eso lo digo en sentido figurado: estaba yendo al cielo de los perritos.